La Academia aprovechó la superioridad numérica tras la roja a Magallán y se impuso 1-0 en el Amalfitani. La semana que viene, la revancha en el Cilindro.
La astucia de Racing, la chambonada de Magallán, la malicia infalible de Maravilla, la valentía de Vélez, las dudas de Sampaio, la competitividad extrema del fútbol argentino. Todos estos ingredientes para una noche caliente en Liniers, en una serie que desborda chispas y que queda abierta para una revancha a punto de ebullición. La Academia queda mejor parada en el resultado. Vélez desde lo emocional se demostró que está para la heroica. Y en el medio, un montón de cuentas pendientes.
La martingala de Racing en su parado 4-1-4-1 tenía razón de ser: doble cuatro por la derecha (Mura/Martirena) y doble tres mentiroso a la izquierda (Rojas/Solari, con más alma de delantero) para contener el juego de bandas de Vélez, con la idea de bloquear, presionar y contragolpear. En el pizarrón, una buena idea, pero quizá Racing debió entregar demasiado para ganar seguridad defensiva. Porque, encima, Vélez encontró con relativa facilidad los espacios para vulnerar el catenaccio de Costas. Un poco porque el dispositivo no fue testeado antes en partidos, otro poco porque Racing salió estirado, y a espaldas de los mediocampistas había mucho espacio para jugar, que Vélez aprovechó. Machuca explotó las espaldas de Mura, Galvan se acomodó mejor entre Sosa y la línea de volantes, y el local tuvo en ese comienzo las mejores chances (tacazo de Galván que salvó Cambeses, y tres chances de Santos cara a cara con el arquero de Racing, que tapó dos y vio como la otra se iba cerca de su segundo palo).
El impacto de la expulsión de Magallán, que se veía venir cuando entró en el duelo fricción con Maravilla, un juego que por robo domina mucho mejor el delantero de Racing, modificó la morfología de un partido que, en el tablero de ajedrez, dominaba Vélez. Los Mellizos intentaron una alquimia en el entretiempo con el ingreso de Lanzini, pero jugar con uno menos era demasiada desventaja. Sin querer, los Schelotto le facilitaron las cosas a la Academia, que aprovechó que el Fortín se expuso a jugar mano a mano en lugar de apostar por dormir el partido para estirar la serie. Así, encontró rápido el gol, para colmo de Maravilla, como para que definitivamente Magallán no pudiera dormir en toda a noche.
Igual, la valentía de Vélez, el convencimiento de los gemelos de ir a por el empate, es digno de elogio. El Fortín nunca dejó de intentar, aún cuando el tecnicismo del VAR le anulara (bien) el empate de Quiroz porque la pelota, efectivamente, había salido. Vélez se tragó la frustración y siguió yendo, con la tozudez de quien no se resigna.
Y tampoco se rindió cuando parecía quedar con 10 por la expulsión de Nardoni por una entrada muy fuerte con pierna en alto, pero el VAR le jugó otra mala pasada a Vélez y corrigió lo obvio, no hubo ni falta. Aún así, el partido fue un pandemonium en el final, con Racing desperdiciando situaciones para liquidarlo (todas tan mal resueltas que ni peligro generó), ante un Vélez que coqueteó con la hazaña hasta el final. Habrá que ver si Racing se aferró demasiado a la ventaja. La ventaja de tener a un jugador como Maravilla…
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